Cerrar los
ojos y después abrirlos. Decidir abrirlos, darnos cuenta que es necesario ver,
ver no mirar. Penetrar la mirada en eso que necesita nuestra atención y que
hasta ahora solo estábamos mirando, o ni siquiera eso.
Decidirnos
a aceptar, a no negar; a entender que hay cosas a las cuales no podemos
ignorar. No solo porque no debemos, sino porque se nos hace imposible, están
ahí, delante de nuestros ojos. No se pueden olvidar, porque nunca van a dejar
de perturbarnos, de estar presente y de recordarnos que están acá cerca,
esperándonos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario