El 2 de agosto de 2002, el Congreso de la Nación Argentina dictó la ley 25.633, creando el Día Nacional de
la Memoria por la Verdad y la Justicia con el fin de conmemorar a las víctimas
de este suceso.
Como todos sabemos, (por haberlo
estudiado en el colegio, por alguien que nos contó, o por haberlo vivenciado),
en la madrugada de ese día en el año 1976, superiores de las Fuerzas Armadas
tomaron el poder a través de un golpe de Estado derrocando al gobierno
constitucional de Isabel Perón; de esta forma, comenzó una dictadura
cívico-militar que duraría hasta 1983.
Entre los años en que duró esta dictadura, miles de personas fueron desaparecidas,
se realizaron un centenar de secuestros, privaciones ilegítimas de libertad,
torturas en centros clandestinos de detención, apropiación de nacidos en estos
centros y exilios forzados de miles de argentinos.
Este es un día que genera mucha política,
están quienes vivieron estos hechos (que tienen visiones diferentes de lo
sucedido), quienes, como yo, lo hemos estudiado como materia del plan de
estudios, quienes han escuchado relatos de tortura y también quienes dicen
tener “la otra campana” de la historia.
En este post no voy a abrir debate
sobre la ideología que tenga cada uno, porque la comparta o no, es respetable,
y yo no estoy capacitada para hacerlo.
Lo único que voy a decir, desde mi
humilde lugar de ciudadana de la Nación Argentina y estudiante, es que se tenga
el pensamiento que se tenga, quienes crean que “fue una guerra entre bandos”,
quienes piensen que resultó “el suceso más deshumano” que enfrento nuestro
país, me dirija a quien me dirija quiero hacer las siguientes preguntas para
que entiendan a donde quiero llegar: ¿Es una realidad que la argentina en
aquellas épocas se encontraba en un punto en el que algunos ciudadanos se
encontraban perjudicados por otros? Sí, ¿Es cierto que aquel grupo de militares
lograron corromper la dignidad humana, modificando nuestra historia,
haciéndonos recordar la atrocidad que lograron con su “método”? Por supuesto
que sí. Aclaro de nuevo, no abro debate a ideologías, pero en mi opinión es una realidad, que aunque el país necesitara
un orden, una organización nueva, éste no era el régimen, éste resultó
completamente injustificable y repudiable. Igualmente como sabemos, hay mucha gente
que abaló este “nuevo régimen”; entonces no me queda más que pensar que si hubiéramos
tenido instituciones democráticas
fuertes y un sistema judicial independiente probablemente nada de esto
hubiera ocurrido de tal forma.
Por todo esto, hoy no puede ser un
día más, ningún 24 de marzo puede ser un día más en nuestras vidas. Es una
fecha, para recordar, no solo para “disfrutar del feriado”. Tengamos MEMORIA de
lo que años atrás tuvo que vivir nuestro país, y entre todos procuraremos que
algo así nunca vuelva a pasar.
Como dijo una profesora de historia
que tuve en el secundario, este suceso modificó el ADN de todo un país, y
nosotros ahora somos los nuevos responsables de esta historia, somos parte de
ese ADN modificado; por lo que hoy, más que nunca, tenemos el deber de cuidar
nuestra dignidad humana, hacer valer nuestros derechos humanos y por sobre
todas las cosas, NUNCA OLVIDAR.